jueves, 25 de noviembre de 2010

dicen que los hexágonos son mejores

Vamos a hablar de triángulos: aquellas figuras geométricas que estudiamos desde los siete años. Todos los conocemos, casi tan bien como sumar y restar. Un triángulo es un polígono determinado por tres rectas que se cortan dos a dos en tres puntos. Sabemos, también de sobra, que hay tres tipos, dependiendo de los lados: equilátero, isósceles y escaleno, los podemos clasificar, nuevamente, por sus ángulos: rectángulo, obtusángulo y acutángulo. Y con toda esta teoría podemos obtener una cantidad limitada de datos.
Hace apenas unos días me vi inmersa en una de estas figuras, estoy casi segura de que era equilátero. Tenía tres puntos, redondos, esféricos perfectos de madera, que coincidían con los vértices, y yo me encontraba en su ortocentro, puede que suene egocéntrico pero, es que en ese instante mi mente movía el triángulo, o, para ser más explícitos, los tres puntitos giraban alrededor de mi, a velocidades inimaginables .
Poco a poco los puntos se iban acercando, lenta lenta lentamente, pero continuada. El espacio en el que me encontraba era cada vez más y más apretado, hasta que tras un eterno segundo, mirara para donde mirara, encontraba una cara familiar cada 120 grados, ¿casualidad? Que va, y no me lo podía creer.
Comencé a dar vueltas y vueltas sobre mi misma, como si estuviera jugando al “pinto pinto colorito”, pero con figuras, claro, solo hablo de figuras, no hay ningún sentimiento de por medio, tan sólo quiero hablar de figuras geométricas ¡porque me encantan las mates!
Supongo que intentaba relajarme y poder eliminar un vértice, el menos especial, el menos “importante”, del que tuviera menos necesidad y no simbolizara (ya) nada para mí. Pero entonces me vi sentada en aquel pupitre de tercero de primaria, en un ¿control? (Creo recordar que se llamaban así por aquel entonces), en primera fila, con el uniforme verde y un boli de “ la barbie” en la mano. La última pregunta del ejercicio-examen: ¿qué distingue a un triángulo equilátero de todos los demás?
Fue ahí cuando caí, honda y profundamente en el quit de la cuestion, solo por una décima de segundo, la necesaria:
No podía deshacerme de ninguno de los vértices, y menos así, sin más, ¿prefería, pues, deshacer mi bonito triángulo en un DINA-3, conmigo dentro, y cambiarlo por... una recta y unos ojos verdes furulando por la cartulina? O, incluso, ¿quitar, también, el otro vértice (ya extremo de segmento) y quedarme con dos puntos(uno sería.. ¿yo?) distantes entre sí sin ningún tipo de intersección entre ellos? La pregunta más bien era ¿seguía siendo el centro? ¿el centro de qué? ¿y si ya no había centro? ¿había desaparecido de la cartulina sin decir siquiera adiós? Si era así, ¿merecía la pena? O mejor dicho, ¿podía esperar a que el “yo ortocentro” y el antiguo vértice “ganador” tuvieran algún tipo de unión en un futuro?
Demasiadas preguntas surgieron aquella tarde nublada, y ninguna respuesta, por lo que, decidí, pasar definitivamente de triángulos y cambiarme a otra cosa, puede que me entienda mejor con otras figuras.

1 comentario:

  1. Me encanta abrir tu blog y encontrarme con algo nuevo. El "Quid" de la cuestión es la sorpresa.
    ¿Estás dejando de ser niña ya?.
    Un abrazo. Mila

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