lunes, 13 de agosto de 2012

Destiny, its all my (YOUR) time.


Cuando me hablan de destino, prefiero olvidar los caminos.
 Todos aquellos que se separan, unen, arreglan, continúan y entrelazan. No quiero encontrarme con uno a cada lado: El fácil lleno de florecillas y ardillas que bailan contigo la canción de la alegría, mientras el oso de pooh te invita a  comer miel; y el que parece sacado de  un cuento de terror, con una cabaña al fondo como la de la familia Adams, un mar de buitres volando sobre ti y hasta una tormenta incluida de unas nubes que han salido de la nada.
En lugar de eso, prefiero pensar en globos tirados al aire, o en la manía de algunas personas de firmar los billetes, para ver si vuelven a ellos.
Por eso doy gracias a todas las películas que demostraban la fuerza del destino, que te ayudaban a creer que tu vida compartida, unida,entrelazada con los cientos de personas que te rodean día a día no es pura casualidad. Que el perder un tren, tropezar por la calle, o pisar un chicle y caer no es fruto de la torpeza, si no de una fuerza mucho mayor que quiere que conozcas al camarero de la tienda de donut a la que fuiste porque estabas destrozada, debido a que  te han despedido del trabajo de tus sueños tras llegar por infinitésima vez tarde; al chico tan majo que te ha llevado al hospital por tu traspiés en pleno centro (a pesar de que insistías en que no era nada, él era un caballero y no se quedaba tranquilo si tu tobillo no era examinado por un médico); o a tu futura mejor amiga, que encontraste después de tirarle todas sus carpetas tan organizadas por culpa de ese asqueroso "pegamento rosa", y que, si no hubiera sido por ella, nunca habrías acabado de desempaquetar las últimas cajas de mudanza, después de llevar instalada más de dos años.

Pero, ¿qué pasa cuando el destino no juega a nuestro favor? ¿se trata de una mala elección, a la que por supuesto llamamos "camino oscuro y tormentoso"? 
Porque todos estaremos de acuerdo en que conocer a tu nueva mejor amiga, el padre de tus hijos, y el chico con el que se casará tu mejor amiga (y gracias al cual desayunarás donut gratis todos los días, todo hay que decirlo), son buenas noticias.
Serán sin duda tus mejores cinco minutos, en los que mirarás al cielo, con una sonrisa estúpida, como impregnada en ti de repente, y te preguntarás si hay algo allí, más allá que ha actuado a tu favor, como un pepito grillo interno, que ha hecho tan bien las cosas, sin ningún motivo. 
Pero, de repente, sacudes la cabeza e intentas deshacerte de todo pensamiento positivo hacia tu nuevo "destinador", cuando descubres que tu marido tiene una aventura con otra porque tu ya nunca estás en casa. En lugar de eso, pasas el mayor  tiempo con esa chica tan organizada que te ayudó a terminar tu mudanza, y a la que  acaban de enviar a la otra punta del mundo por un súper ascenso (¡era un cerebrito!), y para colmo, el peso marca 12 kilos más por culpa de los tremendos desayunos que te llevas pegando todo este tiempo.
Por supuesto, nuestro camino oscuro aparece de nuevo: la época fría, con tardes de sofá y helado incluidas por todos lados y calcetines de lana altos (¡en las películas siempre son altos!) se adentra en nosotros de nuevo.
 Y es que está claro, que  el perder ese tren que te llevaba a tu último día de trabajo, para acabar llorándole al chico de los donut que te escuchó sin hablar durante toda una hora, al que acabarías presentando a la rara de pelo rizoso y despeinado que conociste,  tras  tirarle todos sus archivos porque tu pie se quedó (literalmente) pegado al suelo, y  con la que no podrías quedar  la semana siguiente para tomar un café, porque una cáscara de plátano entorpeció tu camino un martes cualquiera en una calle demasiado transitada como para que un completo extraño, te llevara al hospital tan rápido y preocupado por ti como le fue posible (¡además de que, dos años después, acabara casándose contigo!) fue una auténtica EQUIVOCACIÓN DEL DESTINO.

Pero no había por qué preocuparse, porque ya le enseñarías tú al señor p. grillo cómo funcionaban las cosas. Nosotros sabemos muy bien cómo solucionar todo lo que ese "monstruo nos dejó". Por supuesto, la idea de apuntarte al gimnasio para bajar esos kilos y encontrarte con tu antiguo jefe ,que acaba de salir de su despacho, ha sido gracias a ti. Que tu hija resulte estar ennoviada con su sobrino ya no parece tanta coincidencia. Sobre todo por el hecho de que acabéis todos cenando en su chalet de La Moraleja con motivo del futuro enlace de los jóvenes tortolitos, y termine disculpándose por su insolencia de la última vez que te vio. También es cosa tuya la carta que recibirás al poco de Carmen, invitándote a vivir con ella, pues ha mostrado unos trabajos tuyos de arte en una galería y ¡quieren contratarte en su misma ciudad! (pero esta vez no aceptarás más Donut de Max)
¿En cuánto a Javi? Pues al parecer se ha ido a vivir con Miriam, parece que lo suyo iba bastante en serio desde la última vez que te los encontraste en tu cama; pero a cambio te manda un perrito por navidad, un buldog francés de estos que se llevan tanto en París, del que no te separas. 
Pero…espera un momento… ¿Se tratará de otra coincidencia? ¿buscar el amor en la ciudad que ya lo tiene tatuado en el nombre? Carai, eres más lista de lo que se pensaban, si no llega a ser por ti… 
Pero, vayamos con calma, paso a paso. Comenzaremos por buscarle un nombre al animal.