sábado, 25 de septiembre de 2010

nuevas instrcciones para morir.

No podemos luchar contra toda la humanidad, no debemos aferrarnos a un recuerdo, es de lo peor que hay, se alimentará de nuestra esperanza y nos comerá vivos por dentro, dejándonos destrozados e indefensos en un cuarto diminuto con la luz apagada y una música fúnebre de fondo.
Cuando te pica una serpiente debes extraer rápidamente todo el veneno del cuerpo, eso mismo deberíamos hacer todos, expulsar todo el veneno de nuestras vidas, desgraciadamente muchos de esos “venenos” resultan alucinógenos y auténticamente fabulosos, ahí ya es más difícil desprenderse de ellos, ¿no creéis? Podemos incluso llegar al éxtasis, al limbo del goce, al mayor hechizo jamás conjurado con un simple “picotazo”.
Pero esto no termina con tan solo una hinchazón, porque tras el dolor producido por esa enorme, amarilla y de longitud infinita boa, el veneno corre despacio y dolorosamente desde el punto de la herida, siempre cercano al cuello, y se extiende formando ramificaciones por todo nosotros, desde las más largas y enrevesadas a múltiples puntos del cerebro, hasta aquel órgano que creíamos aun en funcionamiento. FALSO.

Cuando el veneno ha alcanzado todas y cada una de las partes de nuestro cuerpo expulsa una especie de gas tóxico y totalmente cancerígeno que acaba matando a todo tu ser. Para aquellos órganos que son aun más resistentes existe otro medicamento  no apta  su venta en farmacias, y es que señores y señoras este último invento es irremediablemente irresistible para aquellos “masocas” que deseen acaba de morir por completo. Este último artilugio, como todos y cada uno de nosotros sabemos es una bomba en explosión con la capacidad de un continente entero.  Una vez encendida la chispa de esta, y llegados al “cenit” de la bomba les aseguro que quedaran despedidos por los aires, cayendo, dura seca y casi eternamente en el suelo. y digo casi, damas y caballeros, porque hay por ahí algún espécimen, lejano de poder llamarse hombre, con un control de su memoria superior al de albert einstein  y  una capacidad muscular que supera con creces, a la de hulk. Para aquellas personas, la bomba atómica tan solo supondrá una leve caída de caballo, de la que podrán, por supuesto, levantarse de inmediato. Para ellos aun no tengo cura, lo siento.
Respecto al otro, 99,999999% con un par de gotitas, “requeteultramegasuperbastará”.
A mi aun me duele e cuerpo del impacto. El suelo era pedroso y estaba frío, frío como el hielo. Muchos dicen que les dejaba sin respiración, que se sentían como ahogados en medio de la nada, una sensación, por si nunca la habéis probado, espantosa. Hay otros que me cuentan que notaban como si cada uno de sus órganos fuera desapareciendo, hasta evaporarse por completo. Y en una tercera ocasión me dijeron, también, que por un instante se notaron ardiendo, pero que, a continuación, era como si no recordasen nada de lo sucedido. Me halagó, ¿sabéis?  Después d todo este tiempo, al fin había encontrado algo útil y destructivo, que acabaría de una vez con la humanidad, o a lo menos, con nuestra arma más letal, la memoria.

domingo, 19 de septiembre de 2010

i see skies of blue... clouds of white

Podría cansarme y cansarme de cantar esa canción, que cada vez, como la primera, suscita algo nuevo en mi.
Las heladerías cierran y los atardeceres son más y más cortos. Las carpetas de colores vuelven a estar de moda y el desempaquetar libros ya no es tan satisfactorio, pero el cabrearse con el ratón del ordenador no suele ser la solución, pero puede que si el problema.
Se sienten como un abanico en un día caluroso de verano, refresca, pero no enfría.
Alguien me dijo un día que me fijara en el mar, que tenía un poder sobrenatural, bueno, quizás no me lo dijo nadie, solo lo pensaba yo y quería parecer interesante en este escrito. El mar no nos defrauda, permanece siempre ahí, en cualquier estación de año, en cualquier día y hora, y, de hecho, en la mayoría de las americanadas en las que “alguien sufre” ¿a dónde va? Al mar, a la orilla de la playa a llorar y desahogarse y, curiosamente, luego se siente mucho mejor. Ahí si tenemos la clave, un abismo de diferencia entre la ficción y la realidad. En la vida real tu no vas caminando por la orilla llorando en la otra punta del planeta de tus seres queridos, miras hacia atrás y aparece orlando bloom, sudoroso, sin zapatos, con la camisa desabrochada, el pelo impecable y los dientes “profident” suplicándote que le perdones, que quiere estar contigo .
Puede que solo sea un prototipo de tranquilidad y melancolía, pero a mi me gusta, el mar es “chachi”. Me gusta el vaivén de las olas, la espumilla blanca que te llega a los pies, me gusta cuando dibujas algo en la arena, con la esperanza de que permanezca allí, que vengan las pequeñas olas y les des patadas para que no lleguen a tu”obra de arte”, y que por algún casual, hayas tenido la esperanza de que no iban a llegar, que se iba a quedar ahí. Me gusta ver a los pequeños correteando y llenándote la toalla de arena, y caminar, ¡oh sí! caminar a las siete de la tarde por esa playa San Lorenzo escuchando “what a wonderfull world” creyéndome estar en el clímax del peliculón de año, con un vestido largo y la melena al viento.
Es posible que tan solo me guste soñar, a quien no. Evadirnos al magnifico paraíso donde nos hacemos pequeños directores de una inmensa eternidad.
Nuestra vida es pedir, si nos fijamos bien, desde el mismo día que nacemos nos convertimos en “mimados caprichosos”. Nos pasamos más del 90% de nuestro tiempo pensando en nosotros, y el otro 10% rezamos para entablar conversación con alguien y poder, de nuevo, ser el centro de atención.
Me gusta coleccionar conchas rotas.
En mi opinión la perfección es excesiva, e irreal, o al menos eso me quiero pensar. Pasamos la vida, inútilmente, buscándola, como aguja en un pajar, adorándola platónicamente y llorándola, una vez “maduros”¿?.
La perfección, ¿qué es realmente eso? Podemos encontrar ¿el acompañante perfecto? ¿el piso perfecto? ¿el vestido perfecto? ¿la vida perfecta?
Yo odio, la odio, por el mero hecho de no pertenecer a nada, ni a nadie.
Por las horrorosas circunstancias que te llevan a verla en sueños, surrealistas, por supuesto, pero por alguna extraña razón ocupan un lugar en tu mente imborrables, por eso la detesto, también.
Creo no saber mucho sobre la vida, pero quizás lo suficiente para intentar opinar sobre ella y decir que en realidad es una “gran broma pesada” de la que deberíamos reírnos. Reírnos a carcajada limpia y sin “tomárselo muy enserio”.
¿pasemos de la perfección? Busquemos nuestra propia perfección y conformémonos con la calma, ese sería un buen consejo, una pena que yo no os lo pueda dar.
Seguid buscando, puede que algún día aprendamos todos a manejarla, a esa cosa tan abstracta que llamamos vida, o mejor aun, a copiar los que parecen “felices”.